EL SINUOSO CAMINO DE LAS MUJERES EN LA LITERATURA
Cinthia Dinorah Castillo Loredo*
Miguel de Cervantes, William Shakespeare, Gabriel García Marquez, Pablo Neruda, Mario Vargas Llosa, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges, Charles Dickens y Federico García Lorca, entre otros, son grandes autores literarios que, sin importar la nacionalidad, han pasado a la historia y que seguramente han sido leídos alrededor del mundo. Todos de diferente época, pero coinciden en la característica de ser hombres. Debo aclarar que de ninguna forma pretendo menoscabar su gran capacidad literaria, pero no podemos comparar las adversidades a las que se enfrentaron Virginia Woolf, Jane Austen, Sor Juana Inés de la Cruz e incluso, más actualmente, J.K. Rowling para sacar a la luz su trabajo.
Es indudable que en la historia de la literatura han existido más autores del sexo masculino que del sexo femenino. Inclusive, si cada uno da un vistazo a una biblioteca podrá observar que la gran mayoría de las obras pertenece a escritores hombres y en su minoría a las mujeres, no por que ellas sean menos capaces de desarrollar sus habilidades de escritoras, sino por el gran obstáculo que representó la distinción entre géneros y la consideración que se tenía hacia la mujer de ausencia de una capacidad intelectual, por ser únicamente capaz de educar y criar a los hijos y atender de manera correcta a sus maridos.
Sylvain Maréchal, precursor del socialismo utópico y el comunismo, presentó en 1801 un proyecto de ley cuyo propósito era prohibir a las mujeres leer y escribir. La razón: de acuerdo al artículo 1 de esta propuesta de ley, no era necesario que la mujer tuviera conocimiento de la lectura, ya que el amor honesto, el matrimonio casto, la ternura maternal y la piedad filial eran cualidades que existían incluso antes de la invención del alfabeto y la escritura y era indudable que cuando una mujer abría un libro ya se creía capaz de escribir otro, por lo que entonces, la lectura en las mujeres era considerada peligrosa.
A lo largo de la historia, las mujeres han tenido que abrirse paso para ser reconocidas, han tenido que soportar maridos molestos, hijos celosos e incluso una sociedad crítica respecto de su capacidad intelectual.
Jane Austen es conocida en la actualidad como una de las mas grandes autoras. Sus obras han sido reproducidas en diferentes idiomas y han sido incluso llevadas a la pantalla grande con gran éxito. Sí, en efecto, es una mujer que escribía de amor, de romance, de parejas y de historias simples, pero que conmovían el alma. Entonces ¿las mujeres sólo pueden escribir historias de amor? Virginia Woolf con su libro Una Habitación Propia, es claramente un referente de la amplia cultura de las mujeres y su capacidad de generar contenidos literarios equivalentes a los de William Shakespeare. Mary Shelley en su novela Frankenstein, refleja una historia que competía con cualquier relato que pudiera escribir cualquier hombre. Forjó un personaje que hasta la actualidad es referente histórico en las historias de terror.
Las mujeres también han tenido que recurrir al anonimato. En la época de las hermanas Brontë, reflejo de la desigualdad en el aprecio a la creatividad femenina, Emily utilizó el seudónimo masculino de Ellis Bell y fue así como fue posible publicar Cumbres Borrascosas. Escondida del mundo y sin reconocimiento. Probablemente no habría sido la obra que fue de haberse publicado con su verdadero nombre. Pero eso no es solo parte del siglo pasado. La obra más seguida a nivel mundial en la actualidad, Harry Potter, salió a la luz con iniciales, simulando ser escrita por un hombre, a sugerencia de su editorial. Finalmente J.K. Rowling (Joanne Kathleen Rowling) logró cambiar ese pensamiento y obtuvo no sólo el reconocimiento de la editorial, sino del mundo entero.
El proceso de la literatura demuestra cómo es que las mujeres escritoras han subido un peldaño a la vez, siempre en un camino en grupo, ya que si hay algo que ha sido característico en la literatura es que las mujeres han creído la una en la otra y han existido mujeres como Santa Teresa de Jesús que inculcó ideales y otorgó a las mujeres seguridad de su capacidad, o también una Sor Juana Inés de la Cruz que propició el derecho y la igualdad de las mujeres a través de la literatura, o tal vez una Ana María Matute, que al convertirse en la primer mujer en ganar el premio Planeta, logró que las editoriales consideraran relevante el trabajo literario de las mujeres.
Si bien la literatura cada día se nutre más de escritoras valiosas que generan «best sellers», también es cierto que no se ha logrado una equidad de género y un merecido reconocimiento a la capacidad intelectual de las mujeres, no sólo en la literatura, sino en diferentes campos. A pesar de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no se ha logrado una igualdad, ni mucho menos una dignidad merecida al género femenino.
Para concluir, me gustaría mencionar la frase de uno de los más grandes pensadores de la historia, Aristóteles, quien logra resumir a la mujer y su lucha en dos simples pero contundentes líneas: “No hay mujer buena si le falta crianza y doctrina, ni hallarás mujer mala, sino la necia.”
* Cinthia Dinorah Castillo Loredo es Licenciada en Derecho con mención honorifica por la Facultad de Derecho, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Especialista en Propiedad Intelectual por la División de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Estudio la Maestría en Derecho de las Tecnologías de la Información y Comunicación con especialidad en Derecho de la Propiedad Intelectual Digital en elFondo de Información y Documentación para la Industria (INFOTEC). Cursó el Diplomado en Contratos en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Se ha desempeñado como Subdirectora de Licencias de la Sociedad Mexicana de Autores de las Artes Plásticas, es socia del despacho Tapia Rosales Castillo Abogados y es miembro activo de la Asociación Mexicana para la Protección de la Propiedad Intelectual.
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